Cómo dirigir un proyecto de trabajo

Si en la empresa que trabajas te brindan la oportunidad de dirigir un proyecto que puede ser el catalizador para impulsar tu carrera es porque seguramente quienes están por arriba consideran que tienes las habilidades para realizarlo. Ante esta circunstancia muchos actúan empíricamente o aprenden sobre el ensayo y error.

Para que eso no te suceda, te damos unas sugerencias para que, como muchos gerentes, no arranques de cero. Lo primero que debes sentir ante esa responsabilidad es el natural temor a lo desconocido, no obstante, debemos comentar que las oportunidades se presentan pocas veces en la vida, si no es que sólo una vez y que quienes la asumen son aquellos que consiguen las cosas. Finalmente, el que rehuye a las responsabilidades, siempre se la pasará haciendo exactamente lo mismo.

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Los primeros pasos

Quien conduce un proyecto debe ser activo; los clásicos gerentes del «dedito mandón» están en vía de extinción y las empresas deben propiciar que desaparezcan. Quien actúe contrariamente seguramente será desplazado por los verdaderos operadores y pensadores del negocio. Ocurre los mismo con los negocios basados en las franquicias sin local , donde un jefe nos puede dar una serie de pautas, pero no unas órdenes tan exigentes. La rentabilidad dependerá en cierto modo de las ganas que tengamos de trabajar.

Al iniciar el proyecto que tienes a tu mando, traza una estrategia de las acciones a seguir y anticipa los posibles obstáculos que preveas y determina los recursos materiales, tecnológicos y humanos que se te hayan asignado.

Lo ideal es diseñar un mecanismo de seguimiento diario del trabajo que no atosigue a los colaboradores y que les haga percibir que contribuyen con cosas valiosas. Para ello, como líder deber ser motivador y saber escuchar a los demás, con una actitud abierta pero sin abandonar la disciplina y el orden del trabajo.

Sortear los imprevistos

La virtud constante de todo buen director es que sabe sortear las tempestades como navegante experto, así como los cambios que se lleguen a presentar. La idea es sacar el objetivo del proyecto a toda costa. A continuación se enumeran dificultades muy comunes que suelen presentarse y para las que hay que estar preparado:

  • Las crisis familiares son las que más pueden afectar en la afortunada conclusión de un proyecto porque son el imponderable que nunca es previsto dentro del programa de trabajo.
  • En muchas ocasiones las hipótesis iniciales sobre los resultados esperados de las franquicias  suelen ser erróneas, por ello se debe reajustar, mejor aún, tener de antemano un plan alternativo que permita aprovechar lo que se ha avanzado y no echar a la basura todo lo previo, sería conveniente tomar como ejemplo el modelo de negocio rentable.
  • Si para concluir el trabajo se depende de ciertos proveedores, ya sean de equipo tecnológico o materia prima, es muy común, y más en nuestro país, que atienda con retraso. Por supuesto no se puede ser complaciente con esta dañina característica nacional, pero desafortunadamente se lidia con ella día tras día. Hay que preverla. Reflexión aparte es considerar que si no queremos que permanezca, nuestro propio esfuerzo debe orientarse a entregar a tiempo.
  • También es muy común que miembros del equipo, gente con la que ya se contaba para cumplir con determinados objetivos, es separada de las funciones que ya se las había asignado o es reubicada en otra área de la empresa. Habrá que arreglárselas.

El mensaje final a estos puntos es que tratar de ofrecer una solución concreta a cada uno de los problemas y sus circunstancias, es como tratar de sugerirle a un cura cuál es la mejor forma de convertir a los potenciales feligreses de su iglesia, o sea, caminos hay muchos, se toma el más efectivo de acuerdo con la habilidad y el talento de cada quien. El único buen consejo en este particular es que las soluciones que se basan en la honestidad, el respeto, la verdad y un efectivo interés por el crecimiento personal y del grupo, son las mejores.

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